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ANA MARIA MONTERO PRESENTA A SU PRECIOSA FAMILIA Y NOS HABLA DEL SINDROME DE DOWN
Ana María Montero reaparece en Zurich, cinco años después de dejar CNN y nos presenta por primera vez y en exclusiva a su familia en Suiza: su esposo Fadri Casty, su primogénita Isabella y la pequeña Madlaina Valentina, quien nació con síndrome de down.
ANA MARIA MONTERO PRESENTA A SU PRECIOSA FAMILIA Y NOS HABLA DEL SINDROME DE DOWN
La pequeña Madlaina te roba el corazón en el momento de conocerla. Esta dulzura se ha convertido en el gran amor de su mamá, quien anima a las mujeres que enfrentan un embarazo como el suyo, a apostar sin miedo por la vida de sus hijos.
ANA MARIA MONTERO PRESENTA A SU PRECIOSA FAMILIA Y NOS HABLA DEL SINDROME DE DOWN
Lleva junto al padre de sus hijas, el suizo Fadri Casty, casi siete años. Reconoce que la vida de casados no ha sido un camino de rosasl, "pero ¿qué matrimonio lo es?" exclama sincera. Lo importante, reconoce, es que se quieren mucho.
ANA MARIA MONTERO PRESENTA A SU PRECIOSA FAMILIA Y NOS HABLA DEL SINDROME DE DOWN
Esta es la firecracker, como le llama su mamá, que no para un segundo quieta. Isabella es ultrafanática de Elsa, de Frozen, y sólo al gritarle ELSAAAAA, logro que mire un segundo a cámara sin moverse. ¡Trucos de la tía Nunu!
ANA MARIA MONTERO PRESENTA A SU PRECIOSA FAMILIA Y NOS HABLA DEL SINDROME DE DOWN
Así me despidió Isabella, se acercó con una flor mientra mi taxi comenzaba a alejarse y a mí se me rompía un poquito el corazón... ¿He dicho ya que odio las despedidas? Gracias Ana María por compartir estas horas conmigo... Se te quiere mucho por L.A. y confiamos en que volverás pronto. ¡Te esperamos con los brazos abiertos!
Una tarde cualquiera, hace ya unos años en Los Ángeles, invité a mi amiga y colega, Ana María Montero, periodista estrella de CNN en español, a pasear por Venice Beach. Yo había quedado allí con unos amigos, entre ellos, Fadri Casty, un suizo muy buena gente que andaba de visita en California… Cuando llegamos las dos al punto de encuentro en cuestión, vimos a Fadri de lejos y le dije a Ana María que igual le gustaba, que era muy buen chico, pero a las dos se nos desplomó la adrenalina al verle acercarse ataviado con pantalón corto y calcetines altos subidos hasta la rodilla. Ante esa desoladora estampa que atentaba contra toda lógica moral de buen gusto, murmuré: “No es grave, es tirolés” y tratando de salvar lo insalvable para convencer a Ana María, le dije “sólo necesita una mujer que le diga cómo vestirse”. En fin, parece que logré distraerla del atavío, porque heme aquí en Zurich, dos bebés más tarde, con esta pareja de estupendas personas en las que obviamente la química triunfó más allá de los calcetines.
En mi última escapada a Europa, necesitaba darle un abrazo a Ana María después de varios años de no vernos, mamá coraje de sus dos tesoros más preciados: el torbellino de Isabella, y la muñequita, toda sonrisotas, de Madlaina, que nació con síndrome de down hace poco más de un año. El día antes de tomarles estos retratos familiares, salimos a cenar solas por la noche para recordar viejos tiempos. Apenas pudimos contener las lágrimas cuando conversamos acerca de ciertas profundidades insondables de la vida, especialmente al recordar los momentos del difícil embarazo que vivió a causa de esa niña por la que casi nadie apostaba que llegaría a ver la luz, que batalló en su vientre desde el quinto mes por mantenerse viva, a quién al nacer su mamá decidió bautizar con un segundo nombre: Valentina, para poder decirle así al referirse a ella: Madlaina La Valiente.
Aquí os dejamos un resumen de esta conversación que se dio una noche lluviosa entre two old friends extranjeras en Suiza, mientras que entre sonrisas y lágrimas nos poníamos moradas a cerveza, cuscús y baklava, porque vida sólo hay una y además, pasa rapidísimo.
– Ana María, hace ya más de cinco años que te fuiste de L.A. ¿Lo extrañas? ¿Qué es lo que más echas de menos de por allí?
– Hombre, cada vez menos, ¿no? Con el tiempo te das cuenta de que todas aquellas cosas de las que pensabas que no podrías vivir jamás sin ellas, son cosas simplemente y que con el tiempo, encuentran sustituto… Pero sí, claro que hay cosas que extrañaré siempre, ¡el sol! y tener la playa tan cerca. También mis paseos en Runyon Canyon, mi compra en Trader Joe’s y la energía creativa que hace vibrar a una ciudad como L.A. Y por supuesto, las buenas amistades. Esas sí que son irreemplazables… Pero el tráfico, las enormes distancias, el tener que ir en auto a todas partes… ¡Eso ni un segundo!
– ¿Qué es lo que más te gusta de tu vida en Zurich? ¿Y lo que menos?
– Zurich es una ciudad pequeña, con una red de transporte público impresionante. Me encanta que no necesito usar el auto a diario, que todo me queda al alcance. También es una ciudad internacional y diversa, muy linda, siempre digo que vivo en una tarjeta postal. Tiene mucha agua, ríos, y eso le da mucha vida. Diría que lo que menos me gusta es el clima. Tenemos mucha neblina en invierno y un verano más bien corto. Y lo más difícil: lo lejos que me queda de mis hermanos, de mi madre, de la familia de mi madre… Eso es lo más complicado.
– Hablas perfecto español, inglés y francés… ¡Sólo te faltaba el alemán! ¿Cómo lo llevas?
– Jajaja… Pues es de esas cosas que nunca pensé que tendría que hacer a estas alturas: ¡Aprender un idioma nuevo! Y uno tan difícil como el alemán… Lo llevo bien, cada vez mejor. Sigo yendo a clase dos veces por semana porque aún lo necesito. Y te cuento que a la par de aprender alemán, tienes que aprender a manejar el dialecto suizo-alemán, que es lo que se habla en Zurich. ¡O sea que imagínate que lío! Estudias una cosa, pero lo que escuchas en la calle es otra…
– Tienes dos hijas como dos soles… ¿Qué ha significado para ti la maternidad? ¿Qué has aprendido de ella?
– ¡Uff! Por donde empiezo… Sí, son mis soles, en eso tienes razón. Cuando tengo días (y los tengo) en que no entiendo nada y cuestiono todo, sólo tengo que fijarme en ellas y es como si se me aclarara la vista…
He aprendido, desde luego, lo que significa tener paciencia. Y estar presente, no sólo físicamente, sino mentalmente: desde que nace tu primer hijo, eres mamá 24 horas al día, no es como que puedas desconectar y decir ¡ya! basta por hoy, no, tus hijos te necesitan… Sobre todo, cuando son tan pequeñas como las mías.
Aprendes a ser más creativa: te conviertes en la “crisis manager number one” mientras tratas de mantener el tipo con una sonrisa… Y creo, de manera egoísta, que estoy aprendiendo a verme como me ven ellas y a amarme a mí misma como ellas lo hacen: de manera incondicional.
– Ser mamá, ¿siempre lo soñaste?
– La maternidad para mí es un camino que siempre soñé que caminaría. Al principio, pensé que lo viviría más joven… Es decir, que con veinticinco años ya estaría casada y tendría tres hijos, pero fue como si Dios me hubiese tomado de la mano y me hubiese dicho no, todavía no. Primero nos vamos por aquí. Y me llevo a CNN En Español, donde en lugar de ser esposa y mamá joven, me convertí en presentadora de televisión. En ese pequeño desvío, jaja, pasaron veinte años, pero al final pude retomar mi sueño y creo que con mucha más sabiduría y experiencia que la que hubiera podido aportar que cuando tenia veinte… Y, realmente, es la faceta que a mí en lo personal me faltaba para poder seguir realizándome en la vida. Todo lo que he aprendido con mis hijas y todo lo que seguiré aprendiendo, me ayuda a seguir creciendo como ser humano y, ¡ensanchándome cada vez más el corazón!
-¿Se parece la maternidad a lo que imaginabas de niña?
– No, nunca me hubiese podido imaginar lo que me esperaba. Es imposible hacerlo hasta que lo vives. ¡Eres responsable de la vida de otro ser humano! Es una gravedad que jamás podrías imaginarte cuando jugabas a las muñecas. Pero eso sí, tampoco el impresionante sentimiento que te produce verlas aprender algo nuevo, sonreír, crecer día a día… El poder llegara a querer tanto a una persona, eso nunca me lo imaginé. Es duro a veces, sacrificado siempre, pero también divertido y enriquecedor.
– Isabella, tu primogénita es una bala, no está un segundo tranquila… ¿Cómo describirías su carácter?
– Es muy creativa, muy risueña, muy segura de sí misma, y convive con una enorme imaginación en diferentes idiomas, habla perfectamente tres, ya casi cuatro, dependiendo del cuento que lea o la película que vea…. Es una niña listísima, con mucho carisma, de carácter fuerte, que sabe lo que quiere, que cuestiona todo, enérgica y sin miedos. Todas son cualidades que estoy segura le servirán de mucho en la vida, pero saber guiarla como padres, sin cortarle las alas, para nosotros no ha sido ni será fácil. En inglés diría: firecracker!
– ¿Qué es lo más bonito que te ha dicho tu hija hasta ahora?
– Que me quiere mucho, mucho, mucho.
– ¿Cómo ha vivido la llegada de su hermana? ¿Tiene los clásicos celitos que hay a veces cuando llegan nuevos hermanos a casa?
– Si te digo que no, miento. Imagínate que fue reina de la casa cuatro años y de repente ¡llega otra! No ha sido fácil para ella y es algo que siempre tengo que recordar, sobre todo, cuando se pone difícil con nosotros o con su hermana. La quiere mucho pero, ya sabes, compite mucho por mi atención.
– Madlaina Valentina es toda sonrisas y amor.
– Sí, lo es… Es una niña muy cariñosa, mimosa, tranquila… Y que duerme bien. ¡Eso también contribuye mucho a que sea feliz! –exclama riendo-. La queremos a rabiar y me gustaría pensar que eso ella lo refleja también.
– Cuando el médico te dijo que la niña nacería con problemas en el quinto mes de embarazo, fue un momento muy difícil para ti.
– Es curioso… Cuando la tengo delante de mí, la miro a los ojos y me río tanto con ella, es difícil acordarme del porqué lo pase tan mal… Porque está claro que sí lo pasé muy mal, vamos… De ¡ábrete tierra y trágame! Que te digan los médicos de pronto que tu embarazo viene mal, que lo más probable es que la vida de tu bebé no llegue a término y no sobreviva y que, si lo hace, no sólo tendrá Trisomia 21 (síndrome de down) sino que además, lo más probable es que nazca con muchos más problemas terribles… Sinceramente, en ese momento, como madre estás viviendo tu peor pesadilla… En tierra extranjera, con mi mamá, mis hermanos, ¡todos tan lejos! Fue muy, muy fuerte.
– ¿Alguna vez se cruzó por tu mente la idea de interrumpir el embarazo?
– Me dieron la opción… Estaba ya en el límite del tiempo en el que era “legal” abortar aquí y para muchos, de cierta forma, era comprensible que lo hiciera… A pesar de que uno diga de este agua jamás beberé y que nunca sería una opción para mí, el miedo te nubla la mente… El si pudiésemos ‘borrar’ todo esto e intentarlo de nuevo, tener una segunda oportunidad… Qué gran tentación. Pero no fui capaz… En el fondo de mi corazón, sabía que nunca lo haría… Y en esos momentos de desolación y oscuridad ante lo desconocido, sentí una compasión enorme por todas aquellas mujeres que, alguna vez en su vida, se habían enfrentado a la misma situación que yo y habían decidido terminar su embarazo. Ese miedo, esa incertidumbre es completamente abrumadora y es normal y natural que el primer impulso sea querer escapar. Pero la formación que me dieron mis padres, el saber que cada vida es única y eternamente valiosa, que nadie es el dueño de la vida de nadie, mis creencias, mi fe, mi forma de ver la vida… Todo se aunó en ese momento y ahí encontré todo el valor que necesitaba. Cuando el pediatra, uno que no conocía, me vino a ver a mi cama de hospital, fue como si Dios me hubiera mandado un ángel. Como todos, me preguntó que qué había decidido hacer, y le dije que seguiría adelante con el embarazo. Pensé que se iba a llevar las manos a la cabeza, pero nunca se me olvidará la expresión de su cara: sus ojos se iluminaron con una luz asombrosa, sonrió de oreja a oreja, me felicitó con una alegría inmensa y me confesó que se alegraba infinito de que le diera una oportunidad a mi hija… También me dijo que no me preocupara de nada, que si naciera antes, él la atendería. Nunca le olvidaré. Ese momento fue muy importante para mí, el sentir que tenía un aliado… ¡Me felicitó por mi embarazo, cuando yo casi había olvidado el milagro que sucedía en mi vientre! Fue muy reconfortante… Y efectivamente, él la recibió cuando llego tres meses más tarde y fue su primer pediatra.
También quisiera añadir que nació con el corazón casi perfecto, no necesitó de oxígeno para respirar, nada de todo el panorama desalentador que me habían contado. Lo único a lo que tuvieron que ayudarle, fue a alimentarse porque estaba demasiado débil y cansada y prefería dormir antes que comer… Pero vamos, eso también a las dos semanas se resolvió y nos la llevamos a casa.
– ¿Cuáles son tus miedos respecto a Madlaina y qué haces para superarlos?
– Como, gracias a Dios, no padece de problemas de salud más allá del síndrome de down, por el momento estamos tranquilos. Puede que desarrolle otras cosas a medida que vaya creciendo, pero por ahora está bien. Come, duerme, ríe, llora, oye bien, ve bien, se sienta sola, empezó ya a gatear por todos lados… En fin, parece ir de acuerdo con el medio año de retraso que suelen tener los niños con trisomia 21. Mis miedos son más de cara al futuro… ¿Como será su vida?, ¿cómo llevara el colegio?, ¿la adolescencia?, ¿el amor?… ¿Podrá tener hijos? ¿Cómo la tratará el mundo? ¿Sufrirá mucho? ¿Poco? ¿La sabremos apoyar lo suficiente? ¿Estaremos haciendo todo lo posible? Trato de no pensarlo más de la cuenta, me volvería loca… En eso los niños, sobre todo cuando vienen con ‘special needs’, son un recordatorio constante de esa gran verdad que dice que lo más importante es vivir el momento con tus cinco sentidos.
– ¿Qué sentiste cuando la pusieron en tus brazos por primera vez?
– ¡Tantas emociones! Pero sobre todo, una inmensa gratitud, porque finalmente la tenía conmigo, en mis brazos, y con síndrome y todo, se veía perfecta. Un angelito…
– Y ahora, cuando la miras…
– ¡Me derrito de amor! Vamos, ¡me quedo hecha un charco! Es difícil de describir, es como si se me expandiera el corazón tanto que temo que se me vaya a escapar del pecho. Y me pasa lo mismo con la mayor… Es increíble que se pueda querer tanto a otro ser humano. Cuando miro a la peque entre mis brazos, ella sonríe y yo le sonrío y así estamos, todo el día sonriéndonos la una a la otra, jaja… Y me la como a besos, claro.
– Isabella, ¿sabe que su hermanita tiene necesidades especiales? ¿Has hablado de eso con ella?
– No todavía… Recién cumplió cinco y la bebé, uno. Hasta ahora, no ha habido gran diferencia entre Madlaina y otros bebés de su edad, por lo que Isabella no pregunta. Pero sí, creo que en los próximos meses será un tema que tendremos que abordar.
– ¿Qué les dirías a las mamás que están enfrentando ahora una situación como la que tú viviste durante tu embarazo?
– Pues sobre todo, que tengan valor. Que confíen en sus corazones y que apuesten por sus hijos, por esa vida que ya existe y que llevan dentro. El que tu hijo o tu hija tenga trisomia 21, no significa que se vaya a acabar el mundo. Aunque lo sientas en ese momento, te prometo que no pasará. Y cuando nacen, son una alegría como cualquier bebé: es tu bebé y nada más. También ayuda mucho que se informen, que contacten o se conecten con otros padres que hayan tenido un bebé con T21. Compartir con ellos ayuda muchísimo. En mi caso particular, tengo una ex-compañera y súper amiga de CNN con un varón que también nació con síndrome de down. En cuanto se lo dije, me mandó un montón de información y estuvo horas conmigo al teléfono. Luego acá, conecté con una alemana que ya tenía una bebé de cuatro meses. Sin habernos conocido nunca, estuvo dos horas contestando mis preguntas por teléfono. Pero sobre todo, me aseguraba que todo iba a estar bien, que cuando finalmente la tuviese en brazos, se me pasaría todo el miedo… Y así fue. Es más, ahora me he vuelto voluntaria de Insieme 21 que es la organización oficial aquí en Suiza dedicada al síndrome. Además de ayudarles con diferentes eventos, también tengo la dicha de ser ese ‘lifeline’ para otros padres en Zurich, sobre todo extranjeros, cuyo idioma materno no es el alemán.
– ¿Cuál es el mejor consejo que te han dado al respecto cuando has comentado tu experiencia?
– Soy muy dichosa porque en cuanto lo empecé a decir, aparecieron contactos por todas partes de familias que también tenían hijos con T21 y con ello, mil consejos, ideas, información. Y creo que, en lo que más coincidieron, fue en felicitarme por mi nueva bebé. Al recordarlo aún se me aguan los ojos porque entre miedos, dudas, incertidumbres, es fácil olvidarse en determinados momentos de que sí, efectivamente has tenido una bebé y es digna de que la celebren y tú de que te feliciten… -recuerda con una gran sonrisa-. En lo práctico, se preocuparon de que me asegurara de darle seguimiento a todas las pruebas y a los demás temas relacionados con su salud, y que la metiera cuanto antes a terapia física.
– En cuanto a tu esposo, Fadri… ¿me harías un balance de tu relación con él después de estos años juntos?
– Pues mira, diría que no ha sido un camino fácil, pero ¿qué matrimonio lo es? Sobre todo, con las diferencias culturales y de idiosincrasias de por medio. No estuvimos mucho tiempo juntos antes de nacer Isabella, por lo que hemos tenido que ir conociéndonos al mismo tiempo que hemos aprendido a ser padres. A eso, añádele que yo dejé mi país, mi trabajo, mi familia…. Pero en resumidas cuentas, a pesar de esas diferencias, logramos un buen balance y aprendemos a diario a buscar el término medio. Lo más importante es que nos queremos y que nos apoyamos, si no, “tía”, no hubiéramos podido aguantar… -confiesa sin complejos y con total sinceridad.
– ¿Extrañas el trabajo? ¿Te gustaría volver al mundo laboral?
– ¡Sí! ¡Y mucho! He disfrutado muchísimo a mis hijas y el poder estar con ellas. Nadie me puede quitar el haber vivido todos estos primeros momentos de su vida con ellas y reconozco que ha sido un privilegio. Pero dicho esto, me encantaría volver a trabajar. Extraño esa parte de mi vida que no tiene nada que ver con mi labor de madre y esposa. Nuevamente, estoy agradecida por haber vivido esta etapa pero ya tengo ganas infinitas de reincorporarme al trabajo. Es más, hay un par de proyectos en mente que estoy desarrollando a ambos lados del océano y que espero poder compartir próximamente si finalmente se llevan a cabo.
– ¿Contemplarías, si se diera la oferta de trabajo ideal para ti, volver a USA?
– Sí, claro que sí… Ya sabes, mi madre, mis hermanos, Trader Joe’s… Todos siguen allá… -termina con simpatía.
Ay, mi Ana María… ¡Tú si que eres Ana María La Valiente!… Enhorabuena amiga por tu preciosa familia, por enfrentarte desde el amor a tus luchas diarias y por tu canto de esperanza ante esos momentos difíciles que de pronto nos planta la vida frente a frente. Sigue mirando al futuro con una sonrisa, de la mano de esa fe que te hace invencible. ¡Y sí! ¡Vuelve pronto! ¡La televisión en español de Estados Unidos te necesita!
Aquí está el link a la web de Ana María Montero
Entrevista: Nunu
Fotos: Nunu para www.nunupictures.com
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Qué hermosa entrevista, gracias! Y gracias a las dos por esa amistad, por traernos noticias de Ana María, por esta declaración de amor a la vida y por tanta sinceridad! Felicitaciones!
Hermoso testimonio del que se desprende una gran verdad: la vida nos pone a prueba constantemente y tenemos que aprender que cada obstáculo en realidad es un regalo que se nos hace para que podamos crecer. No es el primer caso que oigo acerca de las satisfacciones que los niños con síndrome de Down dan a los familiares. Hace poco conocí un testimonio directo tan espeluznante en su origen como bellísimo y emocionante en el presente. Todavía puedo recordar un día con esa familia y su hija Down, que dejó en nosotros una huella indeleble.
Gracias por compartir estas experiencias