«Como quisiera que tú vivieras
Que tus ojitos jamás se hubieran
Cerrado nunca y estar mirándolos…»

Juan Gabriel

Todos los que me conocen en el Blog de Los Angeles, saben que soy de lágrima fácil. Bueno, quien dice fácil, dice facilísima. Y si a ese componente de que soy capaz de llorar por la cosa más tonta en el momento más insospechado, le sumas un recuerdo y una melodía, pues ya es el acabose: se me derrumba un sentimiento tras otro, efecto dominó. Así que tengo que tener mucho cuidado con qué música oigo, dónde la oigo y bajo qué circunstancias, si no quiero hacer el ridículo hipando por las esquinas, porque sé que la música es mi punto flaco. Bueno, digamos mejor «mi talón de Aquiles», porque ahora mismo flaco, lo que se dice flaco, no tengo ni eso.

Hace unos meses mi queridísima amiga Cristina Abaroa me invitó a ver a esa maravillosa soprano, también querida amiga, Bárbara Padilla, a su último concierto en Tijuana, donde se presentaba junto al irrepetible gigante de Juan Gabriel. No pude negarme, porque sabía que iba a vivir algo único para el recuerdo. Lo más cerca que había estado de Juan Gabriel hasta entonces, era a través de la voz de mi compatriota, Rocío Dúrcal, su mejor embajadora en la madre patria. Pero nada me preparó para de pronto, durante el ensayo previo al concierto, yo sola entre las sillas aún vacías del Estadio Caliente de Tijuana, comenzar a escuchar vacilantes las primeras notas de la canción Amor Eterno, a lo que le siguió la fabulosa voz de la Barbarísima, como le decía Juan Gabriel, vistiendo de una sensibilidad maravillosa esa ternura de armonía … En ese instante, todo se detuvo, el escenario, los trabajadores, los limpiadores, los montadores… De pronto, todos nos quedamos colgando de un hilo, escuchando la impresionante voz de Bárbara Padilla, en vivo y en directo, interpretando una de las canciones más emotivas de la historia de la música en español… Obviamente, por poco no terminé de una con la gran sequía de California. Me corrieron solitas las lágrimas como si alguien hubiera abierto un grifo. Entendí perfectamente, en ese segundo, el porqué el maestro Juan Gabriel se había enamorado de su voz, de su interpretación de su música, y el porqué le traía arriba y abajo invitándole a participar con él en su gira mexicana.

Un poco más tarde, al comenzar ya el concierto en sí, viví una experiencia surrealista e inolvidable. Estábamos en el camerino y, cuando Juan Gabriel supo que Bárbara ya iba a salir a cantar su primera canción, se envolvió en una manta y, con toda humildad, salió por el backstage caminando hasta la primera fila para escuchar a su invitada abrir el concierto y aplaudirle, antes de regresar sobre sus mismos pasos para terminar de alistarse él. Yo realicé ese pequeño trayecto junto al Divo De Juárez, del camerino a la primera fila de butacas: por nada iba a perderme ese momento estelar en la carrera de Bárbara y de Cristina. Y en el instante en que nos asomamos del backstage al escenario, al entender el público que aquella persona camuflada bajo una manta azul podía ser su ídolo, comenzó un murmullo que terminó en ola de gente vociferante coreando su nombre a nuestro paso, jalándole con sus gritos con una pasión y de una forma que nunca, nunca olvidaré. Pensé, wow, así se siente ser un ídolo, así se siente salir a un escenario con miles y miles y miles de personas que te admiran y morirían por tener un pedacito de ti… Es impresionante y overwhelming. Me reconfirmé que mi vocación era de behind the scenes, pero cuánto me alegré por ese hombre, esa auténtico divo, pequeño y enorme, que caminaba a mi lado, y como sentía yo cómo se nutría él de ese cariño palpable en la energía, de esa furia amorosa de sus fans al poner sus ojos sobre él.

Este domingo, a todos los que amamos la música en español, Juan Gabriel nos hizo sentir un poco huérfanos. Y lo repentino e inesperado de su partida, hace que aún estemos todos pellizcándonos para entender qué pasó, todavía no podemos creerlo. Esta mañana hablé con Bárbara por teléfono. Le pedí que me hiciera estas declaraciones como homenaje al MAESTRO, uno de los más grandes compositores mexicanos de la historia y sin duda, el más querido por el pueblo de México. Mi corazón, que ya es medio mexicano, también está de luto. Y con todo mi respeto y mi cariño, aquí va nuestra conversación para acercarnos un poquito más a quien ya es leyenda. Gracias Bárbara, gracias Cristina. Os mando un abrazo muy afectuoso desde el Blog De Los Ángeles.

– Bárbara, ¿qué haces hoy por México?

– Anoche tuve aquí un concierto para celebrar la inauguración del Salón de Usos Múltiples de SITATYR . La noche en sí no tenía nada que ver con Juan Gabriel, pero fue una oportunidad única para darle mi humilde homenaje… Cuando comencé a cantar Ya lo sé, que tú te vas… Me di cuenta que pasaban tras de mí las fotos de Alberto y yo juntos en el escenario. Me temblaron las piernas, casi lo pierdo todo y me derrumbo, me acordé de cada vez que la cantábamos juntos, como me presentaba en su escenario, la expresión de su rostro, fue una emoción demasiado impresionante… ¿Y qué crees? Que de pronto se fundió todo el sistema de sonido, pero la orquesta le siguió y yo también, sin amplificación, todo acústico, como si fuera un aria de opera… La gente se paró emocionada, fue súper mágico. Pensaba que él me estaba gastando una broma, que era una travesura suya, que jaló de los hilos de la electricidad para decirme: ahí, ¡que te oigan bien!, que escuchen tu voz sin aderezos…

– ¿Cómo te enteraste de la triste noticia?

– Mé habló mi amiga y manager, Cristina Abaroa. Me mandó un mensajito: “por favor, comunícate urgente” Fue leerlo y sentir que se me hizo un agujero en el estómago. Le dije a mi marido: algo pasa con Alberto… Así que le hablé a Cristina y me dijo: no te asustes, por favor, estate tranquila, pero tengo que decirte algo y es que hace un ratito falleció Alberto… Yo sentí que se me movía el piso… No sé cómo describirlo, como si se me viniera una montaña enorme encima… El significa mucho en mi vida en muchos aspectos, en el personal y en el laboral… Era mi padrino, mi mentor, pero también mi amigo.

– ¿Cuándo le viste por última vez?

– Canté en su concierto de Orizaba hace apenas unas semanas. Después tuve que retirarme un mes por unos asuntos personales y ahora volvía yo a unirme a su gira en este próximo concierto en Guadalajara, que para mí era muy especial, porque es mi ciudad natal.

– De la personalidad de Juan Gabriel, ¿qué te llamaba más la atención?

– Muchas cosas, pero lo que más me impresionó siempre fue su calidad humana en el sentido de no hablar JAMAS mal de nadie, NUNCA aceptar un comentario negativo de ninguna persona ni de ningún otro artista en su presencia… Todo, siempre, pura cosa positiva. Si hablaba de alguien, era porque iba a decir algo bonito de esa persona. Si no, callaba. Para mí, Alberto ha sido una universidad intensiva de cómo una estrella ha de comportarse encima del escenario y al salir de él… Mi maestría y mi doctorado, así me sentía yo cuando me observaba a su lado. En sus últimos dos años de vida, tuve la fortuna de estar muy cerca de él, me puso en bandeja más de cuarenta años de carrera para que yo participara de eso y su sabiduría, ha sido una aventura impresionante. ¿Qué otro artista de ese calibre abre su escenario como lo hacía él para compartir con otros artistas su mundo?

– Has de tener preciosos recuerdos con él, de esos que al acordarte, se te llena el corazón de lágrimas…

– Más de uno, pero la mayoría se quedarán para mí, porque son momentos que se dan en la intimidad de la convivencia, en los que a ratos él me abría su corazón completamente… Su humildad y su vulnerabilidad eran muy impresionantes. Recuerdo con mucho cariño cuando me tomaba la mano y me acariciaba y me decía: Barbarísima, platíqueme, para yo escucharla… Yo le hablaba, él cerraba sus ojitos y me escuchaba, se arrullaba, hasta que se quedaba dormido. Me encantaba verle calmado, que me buscara para eso, oírme, calmarse, arrullarse… Veías esa montaña de artista convertirse en un bebé ante mis ojos.

– ¿Qué es lo que le gustaba más a Alberto de ti y que era lo que más te gustaba a ti de él?

– De mí, le gustaba mucho mi voz. Está mal que yo lo diga, pero es lo que él siempre me repetía, que le encantaba mi voz, que le gustaba muchísimo escuchar sus canciones en mi voz…. A mí de él me gustaba, no sabes cuánto, su sonrisa. Me encantaba verle reír y por supuesto, su sentido del humor.

– ¿Cómo se refería Juan Gabriel de su tierra, cuando hablabais de México?

– Juan Gabriel amaba México y a los mexicanos sobre todas las cosas. Para él, México era lo más hermoso que existía en esta tierra y para él era muy importante hacer historia como mexicano, poner el nombre de su país en alto, dejar un legado…. El siempre buscó que los mexicanos estuvieran muy orgullosos de México y creo que lo logró.

– ¿Alguna vez dedicaba algunas palabras a los emigrantes?

– El pensaba que la mejor gente de México era la que se marchaba… Siempre decía que nosotros los mexicanos le estábamos haciendo un gran favor a los Estados Unidos. Estaba convencido de que USA es lo que es gracias al trabajo y a la fuerza laboral del pueblo mexicano.

– Tu vida, como la de él y la de muchos artistas, ha sido todo un roller coaster de emociones. Cuando supo él de tu historia de superación del cáncer, ¿qué te decía?

– ¿Como le hiciste, Barbarísima?… Una vez lo hablamos a fondo, de lo que yo pasé durante mi enfermedad, y me expresó su admiración sincera y el gusto que le daba que yo estuviera bien. El me dijo: “Vd. se quedó para cantarle al mundo…. Todo para él, volvía a la música siempre… Vd. se quedó para cantar, por la música, porque gracias a la música, Vd. y yo nos conocimos, y por la música Vd. tiene que seguir viviendo y estar bien”.

– Tu canción favorita de Juan Gabriel…

– La canción que me escribió “No tengas miedo” y obviamente “Ya lo sé, que tú te vas”

– Quizá es aún muy pronto para preguntarte esto pero… ¿Qué has aprendido de esta experiencia tan triste de su pérdida?

– Es muy pronto aún… El tiempo me dirá cuál es la lección. Mi mamá, sabiendo lo triste que me puse, me llamó y me dijo, “Bárbara, alégrate, porque el buen Dios sabe porque hace las cosas. Cada uno tiene su tiempo perfecto de irse y Dios sabe más”. Y pensándolo después, quizá era su momento perfecto… Tengo claro que donde yo pueda estar, donde pueda celebrar la vida de mi queridísimo maestro y mentor, ahí voy a estar, ahí va a estar mi voz, Bárbara Padilla entregada completamente, como artista y como persona.

– Si pudiéramos volver el reloj atrás unas horas y pudieras despedirte de él en persona, si le tuvieras de frente y se te brindara esa oportunidad… ¿Qué le dirías?

– Uff, si me despidiera sabiendo que no lo iba a ver más… -hace una breve pausa emocionada.- Lo primero, sería darle un abrazo enorme, un gran abrazo… Me aseguraría de que supiera cuánto lo quiero, cuánto significa para mi… Quisiera asegurarme que sabe cuánto le agradezco, de aquí a la eternidad, que me haya abierto las puertas de su corazón, de su casa y de México. Me gustaría que supiera que le quiero con todo el corazón.

Mucha luz, Maestro Juan Gabriel, compositor, artista, en este viaje… Gracias Bárbara, gracias Cristina. Me consta que Alberto os admiraba y os apreciaba, qué gran suerte habéis tenido de ser parte de la historia de uno de los más grandes talentos que México ha regalado al mundo. Descanse en paz.

Entrevista: Nunu

Fotos: Cortesía de Cristina Abaroa y Moon Moosic

Más info: Bárbara Padilla

Aquí puedes ver a Bárbara Padilla cantando «Ya lo sé, que tú te vas…» junto a Juan Gabriel en el Auditorio Nacional de México.

Otro reportaje con Bárbara Padilla en el Blog De Los Angeles:

BARBARA PADILLA, orgullo mexicano, cantará el himno nacional de Estados Unidos en las carreras NASCAR USA

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