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HORACIO GARCIA-ROJAS: «NI LA PIEL NI LA RAZA DETERMINAN TU VALOR COMO SER HUMANO»
"Sin dudarlo, he sentido más racismo en México, en mi propio país, que en ningún otro lugar del mundo", afirma el atractivo actor sin complejos paseando por una calle de Santa Mónica, en la ciudad de Los Angeles, donde quedamos para realizar esta sesión.
HORACIO GARCIA-ROJAS: «NI LA PIEL NI LA RAZA DETERMINAN TU VALOR COMO SER HUMANO»
Así recuerda el terremoto de hace apenas unas semanas en Ciudad de México: "Vi a un pueblo que dejó de dividirse por sus diferencias, un pueblo que dejó de pelear, un pueblo al que dejaron de importarle las ideologías políticas, las preferencias sexuales, las creencias religiosas, el color de la piel… Vi sólo una cosa: un México unido como nunca".
HORACIO GARCIA-ROJAS: «NI LA PIEL NI LA RAZA DETERMINAN TU VALOR COMO SER HUMANO»
En un expresivo momento de nuestra conversación, Horacio nos invita a todos a apoyar al cine mexicano, antes de despedirse del BLOG DE LOS ANGELES para regresar a México. ¡GRACIAS HORACIO! Desde aquí, les recomendamos que no se pierdan "LA CARGA". ¡Viva México!
En el último Hola México Film Festival aquí en Los Ángeles, mi amiga Tamara Ovejero me invitó a ser su “plus one” para acompañarle a ver la película La Carga, protagonizada por el mexicano Horacio García-Rojas y la actriz española María Valverde. Es un verdadero milagro que sin los presupuestos de Hollywood The Load, esta película tan ambiciosa escrita y dirigida por Alan Jonsson, haya salido adelante y que además, debido a su originalidad, uno deje pronto de ver las posibles fallas causadas por ello para entregarse a la historia. Ante todo, es la extraordinaria actuación de sus dos protagonistas la que te traslada a otro mundo: un romántico argumento en donde la más pura belleza mexicana sale a flote y a través de estos dos carismáticos personajes, Painalli y Elisa, México y España se reconcilian. Sin querer dar pistas del argumento, cuando el indígena tameme y la noble española se miran a los ojos, son dos almas las que se hablan. Una causa altruista ha unido sus destinos y deciden seguir a sus corazones hasta las últimas consecuencias. Ellos nos recuerdan que las causas más nobles están llenas de amor y de sacrificio, de nobleza y de lealtad a uno mismo, y que el bien común no entiende de etiquetas, ni de idiomas, ni de racismo, ni de guerras.
Da gusto ir al cine y salir inspirado, abandonar la sala con un ¡Qué película tan bonita! en los labios. Así que cuando Horacio García-Rojas me dijo encantado que sí, que podía hacerle una entrevista, acudí rauda y veloz, no sólo porque me parecía guapísimo (con permiso de su esposa) sino también porque yo sabía que esta película iba a necesitar todo el eco del mundo para hacerse notar entre las peleadas agendas de los cines. Este fin de semana «LA CARGA» se estrenó por fin en México y yo les pido a todos desde aquí que vayan a verla. ¡No lo dejen para mañana! Puede ser una de esas joyitas que duran dos semanas en las salas por culpa de los intereses encontrados de las grandes compañías…. Así que no se queden sin ver «LA CARGA» en la pantalla grande, merece la pena, de corazón.
– Horacio, estás increíble en tu papel. Enhorabuena. Sé que el director y tú erais roommates en Los Ángeles durante una época y estuviste involucrado desde siempre en crear esta película. ¿Pensaste que alguna vez, finalmente después de tanto esfuerzo, vería la luz? ¿Cómo te sientes?
– Sabíamos que la película vería la luz, historias cómo estás encuentran siempre su camino y su público. Me siento muy contento, satisfecho y bendecido de poder contar una historia que hable de la identidad y del orgullo de ser quien uno es.
– Interpretas a Painali, un indígena tameme con tanta clase y elegancia que de verdad deberían lloverte los premios. ¿Qué ha significado abrazar para ti este lado étnico que tantas veces, desafortunadamente, la sociedad mira hacia abajo?
– El mejor premio para mí es la posibilidad de que miles de personas vean esta película y utilicen nuestro trabajo en LA CARGA como un vehículo para hablar de ciertos temas, como el racismo, la identidad, la justicia y la libertad… Poner nuestro granito de arena para ayudar a sanar ciertas heridas. Es un orgullo formar parte de una de las pocas películas mexicanas que dignifican a nuestras madres y padres indígenas. En México tenemos la bendición de tener una cultura diversa con infinidad de texturas, colores de piel, sabores, sonidos, lenguas y tradiciones, y es necesario mirarnos al espejo y sentirnos orgullos de ese reflejo, de esos rostros, de llevar a México en la piel… Eso sólo sucederá si dejamos de vernos a nosotros mismos con desprecio. No es un camino fácil, el clasismo y el racismo están muy arraigados en nuestra cultura en México, pero también hay un despertar mexicano y eso nos ofrece cierta esperanza.
– ¿Qué es lo que te resultó más difícil de interpretar este papel?
– Fue una gran aventura, empezando por la construcción físico-estética que requería mi personaje… Eso implicó una severísima dieta de seis meses aproximadamente previos al rodaje, más cinco meses de entrenamiento para estar preparados y aguantar el rodaje más intenso y demandante en el que yo he participado nunca… En segundo lugar, el tener la oportunidad de estudiar Nahuatl y poder ser la voz de una lengua tan rítmica y poética. Admiro las naciones que respetan sus diversas lenguas y la dominan al igual que la lengua oficial, como sucede en España con el euskera, el catalán, el gallego etc. En México, nuestras lenguas madre han sido borradas, seguramente porque un pueblo sin identidad es más fácil de manipular… En sí, lo más difícil era la tarea de dignificar a nuestros mexicanos originales, nuestras raíces, llevarlos a la pantalla en una película que muestra el lado heroico de un pueblo que no ha dejado de luchar por más de quinientos años.
– ¿Qué fue lo que más disfrutaste?
– Todo lo disfruté muchísimo. Crear un personaje que me conectó con lo que soy… Además de conocer mi país de una manera como nunca antes lo había hecho. Recorrí playas, ríos, selvas, bosques, montañas, desiertos… Lugares mágicos que los espectadores podrán disfrutar en la película. Volví a valorar profundamente el gran regalo de la maravillosa naturaleza mexicana y sus paisajes. También me encantó conocer y hacer nuevos amigos durante el rodaje, como María Valverde, Erick Frances, Eusebio Lazaro, Fernando Moran, Jordi Caballero… En fin, grandes compañeros, grandes actores españoles y lo mejor es que hoy puedo llamarles grandes amigos. Por supuesto, trabajar y crear junto al director Alan Jonsson, que es un hermano para mí, en este gran proyecto sólo aportó aún más a la experiencia.
– ¿Cuál fue el regalo más grande que tu personaje te ha hecho y cuál el regalo que le diste tú?
-Yo le di mi corazón a Painalli y él me regalo su identidad. Hoy más que nunca estoy orgulloso de ser lo que soy, hoy más que nunca quiero gritar: ¡soy mexicano! y me encanta. Soy mexicano y me enorgullece. Soy mexicano y soy moreno, soy mestizo, soy parte de la raza de bronce, ¿qué más se puede pedir?
– ¿Cómo fue compartir la película con la actriz española María Valverde?
– María es una mujer a la que admiro mucho. Como actriz es muy generosa, honesta, ética, disciplinada y al mismo tiempo, divertida. Pero lo mejor fue encontrar a la mujer sensible, a la buena amiga, a aquella que sabe escuchar… Señorita Valverde, te quiero.
– No todos los españoles eran malos, no todos los indígenas eran buenos, no todos los clérigos eran corruptos y aquí se conjuga todo tras el velo de un amor imposible con el que sueñas hasta la maravillosa escena final, que no vamos a develar… Esta película rompe con muchos clichés de una forma tan natural que ni te enteras.
– Mirar la vida blanco y negro es un gran error que muchos cometemos a veces; juzgar a todos por igual es otro gran error. Lo que yo pienso que sí debemos de hacer es aprender de nuestro pasado y de nuestra historia, hacer presente la vida de todos aquellos que han luchado unidos por el bien común. Son muchos los que entienden que ni la piel, ni la raza, ni la creencia religiosa determina tu valor como ser humano. Romper clichés es lo que nuestro arte necesita hacer y más en México, donde los estereotipos son cada día más y más perpetuados en las películas. A mi modo de ver, si el cine no nos inspira a ser mejores, se convierte en un arte banal.
– A mí la película me ha resultado muy inspiradora… ¿Qué opinas tú?
– A mí me resulta esperanzadora… El entender que nuestras diferencias, lejos de restar y dividir, tendrían que sumar y generar unión. Hablar de libertad de una manera que pueda llegar a todo el público me llena de orgullo. Imaginar un mundo sin racismo y sin clasismo, sin importar cuánto tienes si no quién eres en tu corazón. Imagina, como dijo John Lenon, un mundo en el que trabajemos juntos en un mismo camino, en un mismo sentido, con un mismo ideal… Uff, eso sería un sueño que me gustaría un día vivir.
– ¿Y qué te gustaría que inspirara en la audiencia?
– Me gustaría que le inspirara un sentido de unidad, de respeto, de igualdad y de entender que tenemos una gran cultura que cuidar. Me gustaría que después de ver la película, la gente se mirara en el espejo y se sintiera orgullosa de ser mexicana, sin importar si eres blanco o moreno, alto o bajo, católico, protestante o ateo… Nuestras diferencias no deberían ser importantes, lo único importante tendría que ser lo que nos une, lo que tenemos en común, lo que va más allá de todo eso.
– Después del terremoto, ha sido muy emocionante como el pueblo mexicano ha tomado las calles, se ha organizado solo y ha logrado cosas impresionantes. ¿Cómo lo has vivido tú?
– Fueron momentos muy difíciles, pero dentro de lo duro de la tragedia ver a todo un pueblo salir y tomar las calles, trabajar hombro con hombro, mano con mano para ayudar a aquellos que estaban en una situación límite, fue muy emotivo. Acudí a ayudar a algunos lugares y ver esa unidad en contraste con el dolor tan profundo, era muy conmovedor. Obviamente, la experiencia te lleva a pensar en dónde estaríamos como país si camináramos unidos como sociedad en todo momento. Pude ver a hombres, mujeres, niños, ancianos, hasta perritos, soldados y civiles, confiando uno en el otro como nunca antes por primera vez. Vi a un pueblo que dejó de dividirse por sus diferencias, un pueblo que dejó de pelear, un pueblo al que dejaron de impórtale las ideologías políticas, las preferencias sexuales, las creencias religiosas, el color de la piel… Vi sólo una cosa: un México unido como nunca. Vi una luz en un país que desafortunadamente camina en muchos momentos sumergido por un camino obscuro, lleno de corrupción… Durante esos días, en medio de la tragedia, despertó una generación dormida, los jóvenes tomaron el control de un país, el gobierno se vio rebasado y dejó que las decisiones las tomara quien tendría que tomarlas siempre, el pueblo, nuestro pueblo.
– El racismo… Es un tema demasiado doloroso. Mi mente no concibe un concepto tan idiota como que el color de la piel o los rasgos físicos de un ser humano le den derecho a sentirse a uno por encima del otro. Es algo tan absurdo que necesita de una mente tan pequeña y de tanta ignorancia que mira que, siendo tan tonta como soy, ¡ni yo logro entenderlo!… En tu caso personal, ¿cómo lo vives?
– En México hay un racismo latente y constante. Yo, en lo personal, lo he vivido en numerosas ocasiones. Si en el casting piden “look aspiracional” lo tenemos que entender como: “Tienes que parecer todo menos mexicano promedio y de preferencia, blanco…” ¿Qué estupideces, no? ¿Qué hago yo ante estos casos? Me alejo de ellos, que se queden en su mundo cerrado. Pese a mi carrera o mis más o menos humildes logros, en ciertas colonias como Polanco me he dado cuenta que, de pronto, me siguen los policías por tener pelo largo y rasgos iguales a los de el mismo individuo que me sigue… ¿Qué triste, verdad? Porque nos ponen al pueblo contra el pueblo. En la profesión me suelen ofrecer papeles estereotipados, que rechazo sin la menor duda. MORENO, igual a narco, MORENO, igual a vulgar, o tonto, ingenuo, pobre, etc. Pero también hay que decir que no todo es así: hay una sociedad que se siente orgullosa de ser lo que somos y estamos unidos pese a nuestras diferencias. Yo trato de elegir mis batallas, de seguir adelante y de ser ejemplo, de no dudar jamás de que ser quien soy es lo mejor y que la belleza no es sólo lo que un sector dice que es. Trato cada día de fortalecer mi integridad, para que si algún día alguien se atreve a gritarme como a tanta gente le sucede, PINCHE INDIO, yo les respondería: “¡Sí, gracias! ¡Y a mucha honra!” Mi personaje lo hace en esta película: “Soy tameme y no me avergüenzo de ello”.
– Una pregunta que me provoca mucha curiosidad como espectadora de este problema tan doloroso que la humanidad reinventa de forma gratuita a lo largo de los siglos… ¿Dónde has sentido más racismo? ¿En España, en Estados Unidos o en México?
– Sin dudarlo, en México, en mi propio país. En España me han tratado de lo mejor. Recuerdo un día caminando por Huelva, unas mujeres me detuvieron en la calle por si podían hacerse una foto conmigo, jaja, y no sabían ni que era actor… Al volver de aquel viaje me sentí mucho más seguro de mí mismo y eso fue porque la mirada de esa gente en España, durante los días que pasé allí, me ayudó a revalorarme como ser humano. Mi esposa es de DC y viví un tiempo en LA y puedo decir que allá, aún con todo lo que se cuenta, jamás me sentí discriminado en la forma en que me siento discriminado en México. Ojala pudiera decir lo mismo de cuando camino por Polanco o por Santa Fe, en mi propia ciudad, en mi propio país…
– Eres padre de una niña, ¿ves el futuro del mundo con esperanza?
– Mi hija se llama Yolitzin que significa corazoncito en Nahuatl. Ella es el motor de mi vida y mi mayor motivación para ser cada día mejor ser humano. Por supuesto que hay esperanza, pero esa esperanza no viene sola, hay que cultivarla. Hay que comenzar a trabajar en el hoy, para que nuestros hijos en el mañana no cometan los mismos errores, para que no los guíe ni la ambición, ni la avaricia, para que su motivación sea el amor y la paciencia. Nuestros hijos son el futuro y si comenzamos nosotros, ellos terminarán por reconstruir este planeta, de reforestar y mejorar el mundo que entre todos hemos destruido.
– ¿Qué valores estás tratando de inculcarle a tu hija?
– Trato de enseñarle que el mundo es un lugar difícil y complejo, pero al mismo tiempo, un lugar hermoso y simple. Primero que todo, que en su vida se mueva desde el amor, que venimos a este mundo a sumar, a aportar y también a ser felices. Intento que baile mucho, que cante, que pinte, que corra, que “viva” en todo el sentido de la palabra.
– ¿En qué ha cambiado Horacio desde que es papá?
-Soy el mismo y otro al mismo tiempo. Es algo difícil de explicar, pero soy un tipo mucho más maduro y más apasionado de la vida. Aprendí de mi hija a disfrutar cada instante y a no desperdiciar el tiempo en banalidades. Aprendí que no hay nada más valioso que una sonrisa. Y en verdad hoy veo el mundo de una forma más clara y poco a poco, entiendo cuál es mi rol aquí, no sólo como artista, sobre todo como ser humano. Todo eso me lo regaló mi hija.
– ¿Cuál sería el legado que te gustaría dejarle a ella a través de tu trabajo?
– La identidad: que ella jamás dude de sí misma por ser quien es. Que entienda que cada uno de nosotros puede cambiar el mundo: que sea sensible antes el dolor ajeno y dura ante las injusticias. ¡Que el arte es un vehículo no sólo para entretener sino para generar sueños y vida!
– Me encanta cómo te vistes, tienes mucho estilo. ¿Qué es la moda para ti? ¿Cuál es tu prenda favorita?
-Jajaja –contesta depués de reírse con ganas-. Fíjate que ésta va a ser la pregunta más difícil de contestar… Creo que la moda en mi caso no se rige tanto por las tendencias del momento, es más, sé muy poco de tendencias y esas cosas, más bien lo que busco es sentirme YO en todo momento. No seguir a nadie: si no estoy cómodo, si no me siento yo, mejor no usarlo aunque te digan que es lo más chic. Mi prenda favorita serían quizá un par de t-shirts que juegan con el arte huichol pero con un concepto moderno, esa moda me gusta mucho. Soy mucho de contrastes, colores vivos con negros… Creo que la moda que realmente funciona es la que hace de cada uno un individuo único y especial.
– ¿Sueñas con mudarte a Hollywood algún día?
– Por supuesto, como actor me encantaría. No sueño tanto con el Hollywood de las estrellas, la fama superficial, etc. Sueño con el Hollywood que convoca a los mejores creadores del mundo: grandes cineastas, fotógrafos, guionistas, directores de arte, diseñadores de vestuario, músicos, actores, etc. Una industria capaz de contar todo tipo de historias. Una industria que me rete y me obligue a dar lo mejor de mí. Aunque jamás abandonaría mi país, se pueden hacer ambas cosas, pues México es un país de grandes historias y está lleno de gente que tiene todo el talento del mundo. Uno de mis sueños sería desde luego trabajar, aquí o allá, con Guillermo del Toro.
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Entrevista/Fotos: Nunu para NUNU PICTURES
HORACIO GARCIA-ROJAS:
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